En 1948 Howard Aiken, matemático de la Universidad de Harvard y constructor de la máquina Mark I (un ordenador electro-mecánico que facilitaba la resolución de ecuaciones diferenciales), instó al U.S. National Bureau of Standards a que abandonase por completo el proyecto para la construcción y comercialización de ordenadores electrónicos ya que, según él, nunca llegaría a existir un mercado para este tipo de máquinas. En sus previsiones, el mundo nunca necesitaría más de cinco o seis ordenadores.
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