Además del sistema operativo, clave en la autentificación y control de accesos, la seguridad del software debe atender al diseño de las aplicaciones que actúan sobre él.
Un programa mal diseñado puede representar una brecha de seguridad para un sistema informático desde distintas perspectivas: perjudica su estabilidad, pone en peligro la integridad de los datos con los que opera, facilita vías de entrada a hackers, etc.
En teoría, las imposiciones de seguridad de un proyecto deberían quedar plasmadas desde el inicio del proceso, como el resto de los requerimientos de la aplicación, tanto funcionales como no funcionales. En la práctica, sin embargo, la seguridad no suele ser un aspecto que se tome en demasiada consideración.
De todos es sabido que lo más importante para el éxito de un proyecto es que esté acabado a tiempo y cumpliendo presupuesto, aunque para ello sea preciso sacrificar otros ... seguir leyendo artículo publicado en PC Actual.
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